«Yo el Señor; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria…» Isaías 42:8
Demasiado tarde… Tomás sintió el escalofriante «clic» debajo de sus botas de combate. Instintivamente, dio un salto. El mortal artefacto no detonó. Más tarde, el equipo antiexplosivos desenterró del lugar unos 36 kilos de explosivo. Tomás usó esas botas hasta que se rompieron. Las llamaba «mis botas de la suerte».
Tal vez Tomás se aferró a esas botas solo para conmemorar escaparse de la muerte por un pelo. Pero a menudo, la gente es tentada a pensar que esos objetos son «de la suerte», o incluso, con una etiqueta más espiritual, «bendecidos». El peligro está en considerarlos una fuente de la bendición de Dios.
Los israelitas aprendieron esto por las malas.
Ante el ataque del ejército filisteo y previendo la debacle, alguien sugirió llevar el «arca del pacto del Señor» para desquitarse (1 Samuel 4:3) pues parecía una buena idea, ya que era un objeto santo (vv. 6-9).
Pero su perspectiva era equivocada. En sí, el arca no podía darles nada.
Al poner su fe en un objeto en lugar de en la presencia del único Dios verdadero, sufrieron una derrota aún peor, y el enemigo capturó el arca (vv. 10-11).
Los objetos que nos recuerdan dar gracias a Dios por su bondad están bien, pero nunca son en sí la fuente de la bendición.
Dios lo es… y solo Él.
Padre, perdón por confiar en cosas fuera de ti.
¿Cómo se evidencia tu fe en Dios? Cuando enfrentas una crisis, ¿en quién buscas específicamente ayuda?
Fuente: Nuestro Pan Diario
Citas bíblicas: Reina Valera 1960