Belén

«¡En el portal de Belén hay estrellas, sol y luna. La virgen y san José y el niño que está en la cuna!»

Suele ser común, para la mayoría de las personas, que la más directa referencia a esta población palestina sea su mención en el popular villancico.

El nombre de Belén, en hebreo es «Bethlehem» y significa «casa de pan»

La población está situada a unos diez kilómetros al sur de Jerusalén y a unos 765 metros sobre el nivel del mar sobre una estrecha serranía que tiene su inicio en el sistema central palestino.
La serranía está cubierta por terrazas, dedicadas al cultivo del olivo y de la vid.
En tiempos pasados, eran zonas de cultivo de cereales y pastoreo ovino y caprino.

Sus rebaños estaban destinados única y exclusivamente para los actos de culto en el Templo de Jerusalén.

Su nombre anterior era Efrata según se cita en el libro de Génesis 35:19 con ocasión de la muerte de Raquel, esposa de Jacob:
«Así murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efrata, la cual es Belén»

Se la conoce como Belén de Judá, o Belén Efrata, para distinguirla de otra población del mismo nombre en Palestina. Este asentamiento se cree que tiene más de 4000 años de antigüedad.

La preciosa historia de Rut y Booz, bisabuelos del rey judío David tuvo lugar allí.
«Y dijeron todos los del pueblo que estaban a la puerta con los ancianos: Testigos somos. Jehová haga a la mujer que entra en tu casa como a Raquel y a Lea, las cuales edificaron la casa de Israel; y tú seas ilustre en Efrata, y seas de renombre en Belén» Rut 4:11

Numerosos son los sucesos relacionados con el poderoso rey David que se identifican con la historia de la población.

En el tiempo de Cristo, siglo I, era un lugar pequeño y sin importancia geopolítica en el territorio conquistado por los romanos pero estaba profetizado que el Mesías tan esperado iba a nacer allí.

«Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.» Miqueas 5:2

Esta profecía era asumida totalmente por los contemporáneos de Jesús de Nazaret al disputar su ascendencia «¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de la aldea de Belén, de donde era David, ha de venir el Cristo?» Juan 7:42

También esta profecía llevó al rey idumeo Herodes el Grande en sus últimos días a ordenar masacrar a los niños menores de dos años de Belén y sus contornos con el fin de evitarse un posible competidor al trono.

Según el relato del evangelista Lucas así se convinieron las circunstancias:

«Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.» Lucas 2:4-7

La trascendencia de este portentoso hecho en los campos de Belén se concreta para ellos y para nosotros en el mensaje y la instrucción de comprobarlo y vivirlo:

«Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.» Lucas 2:8-11

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