Contra lo que se cree generalmente «La evolución» es un tema discutido aún en la actualidad.
Esta teoría está ligada al nombre de uno de sus más famosos protagonistas, aunque él nunca la llamó así: Charles Robert Darwin (Shrewsbury 23/02/1809 – Down House 19/04/1882)
Darwin fue un geólogo y naturalista inglés que planteó la idea de una evolución biológica a través de la selección natural justificándola en su primer libro «El origen de las especies» (1859)
La idea básica de esta evolución biológica es que las poblaciones y las especies de organismos cambian con el tiempo.
En su libro, Darwin propuso que las especies evolucionan o, como lo dijo él, tienen «descendencia con modificaciones» y que «todos los seres vivos pueden rastrear su ascendencia a un antepasado común y a un principio de vida elemental y simple«
Darwin observó mutaciones dentro de una misma especie y tomó como ejemplo a los pinzones de las islas Galápagos (Ecuador) que por adaptación al medio habían modificado sus picos para alimentarse bien fuera de insectos, gusanos o granos de cereal, pero… cuan importante detalle, ¡seguían siendo pinzones!
Especular que con el paso de millones de años serían otra cosa era, sin duda, especular mucho.
En su época de Cambridge, Darwin se planteó convertirse en clérigo anglicano, sin albergar ninguna duda sobre la verdad literal de la Biblia.
En el viaje a bordo del buque científico HMS Beagle, Darwin aún buscaba «centros de creación» que justificasen la distribución de las especies.
Aún seguía siendo bastante ortodoxo y citaba regularmente la Biblia como una autoridad moral.
A su retorno, sin embargo, Darwin era mucho más crítico con el pensamiento creacionista.
En el año 1880, Darwin escribió una carta a su abogado en que se declaraba no creyente ni en la Biblia ni en la divinidad de Jesucristo.
De alguna manera Darwin asumió una toma de postura para dar orientación a sus «descubrimientos» e hipótesis.
La teoría de Darwin encontró una sociedad predispuesta a rebatir y rechazar determinados modelos sociales de educación y convivencia y tuvo inmediatas repercusiones éticas, morales y políticas (que él no siempre apoyó), sirviendo aún de idea básica para proponer el desarrollo de la eugenesia y el planteamiento del «darwinismo social» por el que en el último tercio del siglo XIX, determinados grupos intentaron justificar el argumento de que los individuos y colectividades con mayor capacidad serían los más aptos para sobrevivir, en tanto que aquellos que carecían de esas cualidades estarían condenados a la extinción o a la supeditación. ¡Terrible!
La eugenesia es un principio para la «aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana«
En términos generales se supone que la ciencia respalda esta teoría y que la religión cristiana se opone a ella.
¿A qué se debe esta controversia? ¿Qué importancia tiene tanto para mi fe como para mis modestos conocimientos científicos?
Teoría: conocimiento lógico-deductivo constituido por un conjunto de hipótesis especulativas que permitan extraer consecuencias de ellas con independencia de toda aplicación y sin haberlo comprobado en la práctica.
Diccionario de la Real Academia Española
Su propio título «teoría» demuestra que razonar una idea no significa poder probarla, falta la evidencia incontestable de los hechos.
¿Es pues la «teoría de la evolución» un hecho científico irrefutable?
¿Su enseñanza supuestamente asumida en colegios y universidades de todo el mundo corresponde a una verdad científica comprobable y repetitiva? ¡No!
No importa que tan convincente se haga parecer el argumento sobre la aparición de la primera célula viva y como tal, el supuesto inicio del ciclo darwiniano a través de millones de millones de años.
Es una historia falsa.
Otra cosa es que no se quiera creer en algo diferente y asombroso.
«Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.» Hebreos 11:3
La idea simple que todo empezó con una célula en el caldo marino y ésta, por multiplicación, pasó a formar tejidos y estos, sistemas y estos, aparatos cardiovasculares y digestivos, respiratorios, reproductores, etc…
Es sugestiva y asimilable si contamos para ello con el azar y la casualidad arropada en un lapso de millones y millones de años. Atractiva, ¿no? Pero absolutamente falsa.
Esta misma secuencia propuesta requiere el diseño de un proyecto sabio y poderoso. Construir un ladrillo no capacita para realizar a partir de él una catedral y en cuanto a la sencillez del «ladrillo celular» solo la ignorancia inducida y convenida puede simplificar la enorme y grandiosa complejidad de una sencilla célula.
En ningún laboratorio se ha conseguido crear una célula jamás, ni siquiera los componentes principales de una célula son producidos en la naturaleza de forma espontánea excepto cuando son formados a partir de células vivas.
¡La vida proviene sólo de la vida!
Cuando tomamos en los brazos a un recién nacido podemos asumir la evidencia de las leyes de la creación de Dios. Repetibles y demostrables.
Las diversas modificaciones de los seres vivos para adaptarse al medio no han producido jamás un cambio de especie a especie.
Los perros, por ejemplo, tiene en su especie el pequeño pekinés y el gran danés, pero todos son perros. El registro fósil lo confirma.
No hay ningún registro de fósiles referidos a mutaciones para cambiar de especie y pasar de un anfibio a un volátil, cuando tendrían que ser millones los restos intermedios si la teoría del cambio evolutivo fuera cierta.
La ciencia se sustenta entre otras cosas en el ensayo de poder repetir fenómenos y cumplir leyes establecidas bajo ciertas e iguales condiciones una y otra vez con iguales resultados.
Las supuestas e hipotéticas «leyes de la evolución» ni son repetibles ni observables por mucho que se quiera justificar que no es así.
Otra cosa es que se justifique porque no hay nada mejor en lo que creer.
¿Entonces? Es un asunto de fe. De una crédula fe en lo indemostrable.
Si los creacionistas (los que creen que Dios creó todo) afirman que los que creen en la evolución están equivocados, deberán presentar ellos una mejor aclaración.
Y esto es precisamente lo que hacen. Presentar una mejor explicación basada en la Biblia justificable científicamente.
La Biblia no es un libro de texto sobre la ciencia, ni lo pretende, pero como Palabra de Dios, lo que dice es verdad.
Se cita en el capítulo primero del libro de Génesis que Dios creó plantas y animales «según su género» o sea «en su variedad de formas«
Gran número de ellas que se distinguen claramente las unas de las otras y no pueden cruzarse para reproducirse entre sí. Dios ha impuesto límites genéticos a estos grupos.
Los evolucionistas afirman que durante billones de años el universo pasó del «desorden al orden«, elevando cada vez más el nivel de complejidad y acumulación de energía.
Esto contradice severamente la segunda ley de la Termodinámica que señala que el orden observable es al revés y que el Universo y sus contenidos se desordena y enfría cada vez más.
La teoría de la evolución no provee ningún fundamento para la ética, ni un significado profundo para la vida de la persona.
Toda persona tiene que enfrentarse de una u otra manera a la hipótesis de esta teoría y a las implicaciones que conlleva para la historia del ser humano en un sentido o en otro.
¿En qué crees tú?
«Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» Romanos 1:19-20