Epifanía

Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?

Mateo 2:1-2

Como epílogo final de las festividades navideñas se celebra en el mundo occidental «cristiano» la llamada fiesta de la Epifanía cuyo significado describe la «aparición», manifestación o fenómeno a partir del cual se revela un asunto importante, en este caso referido al nacimiento de Jesús por su aparición y manifestación al mundo.

Asociado a ello se conviene el asunto relacionado con los «Reyes Magos que vinieron del Oriente»

En el Evangelio de Mateo se habla de estos «magos», sin precisar sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres.

«Magos», es el nombre que habitualmente recibían los sacerdotes eruditos en el Antiguo Oriente, pues la palabra «mago» que proviene del persa ma-gu-u-sha, significa sacerdote.

Se utiliza en este caso, para referirse a «hombres sabios» (así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más específicamente ,«hombres de ciencia» que por el relato también poseían conocimiento de las Escrituras judaicas.

Fue en el siglo III d.C. cuando se estableció que pudieran ser reyes ya que hasta entonces, por sus regalos y las iconografías que los representaban, tan solo se consideraba que eran personas pudientes.

Fue también en ese siglo cuando se estableció su número en tres, uno por regalo, ya que hasta entonces había dibujos con dos, tres o cuatro magos, e incluso en la Iglesia ortodoxa siria y la Iglesia apostólica armenia aseguraban que eran doce, como los apóstoles y las doce tribus de Israel.

Los nombres actuales de los tres reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, aparecen por primera vez en el conocido mosaico de San Apolinar el Nuevo (Rávena, Italia) que data del siglo VI d.C. en el que se distingue a los tres magos ataviados al modo persa con sus nombres escritos encima y representando distintas edades.

Aún tendrían que pasar varios siglos, hasta el siglo XV d.C. para que el rey Baltasar aparezca con la tez negra y los tres reyes, además de representar las edades, representen las tres razas conocidas en la Edad Media.
Melchor encarnará a los europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltasar a los africanos.

Es en España a partir del siglo XIX que se inició la tradición de convertir la noche de Reyes (noche anterior a la Epifanía) en una fiesta infantil con regalos para los niños, a imitación de lo que se hacía en otros países el día de Navidad, en homenaje al santo oriental San Nicolás.

Fue en 1866 cuando se celebró la primera cabalgata de Reyes Magos en Alcoy, tradición que se extendió al resto del país y posteriormente a otros países, especialmente a países de cultura hispana.

«Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.» Mateo 2:11

Una cuestión muy importante y muy poco considerada siempre en este particular y celebrado asunto es el motivo por el cual estos enigmáticos personajes iniciaron un larguísimo y peligroso viaje desde el «Oriente».

Bien fuera desde la zona de Babilonia (Irak), o algún otro lugar del antiguo Imperio persa (Irán) la distancia podría superar de largo más de 1000 km.
Lo que corresponde a un tiempo cercano a los dos meses de tránsito.

Debería ser muy fuerte la motivación que les animó y empujó para realizar tan importante travesía para rendir el culto debido a este infante desconocido pero para ellos anunciado de un valor supremo.

«diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarleMateo 2:2

No era sólo un acto de tributo y homenaje civil. Dios estaba en el asunto. Bien fuera como resultado de su indagación en las antiguas profecías judías en las que estaban familiarizados acerca de la llegada del Mesías « (…) Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel (…)» Números 24:17

«Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas» Daniel 9:25

Fue a un mundo en expectativa al que vino Jesús; y, cuando vino, los confines de la Tierra se convinieron en su presencia.

«Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.» Mateo 2:3

Ni el monarca agonizante, ni los sesudos escribas y sacerdotes, ni la población de la ciudad de Jerusalén recibieron aquella noticia como una buena nueva.

No deseaban para nada cambiar su status quo o que pudiera atraer el desagrado de los aborrecidos gobernantes romanos.

Las personas pueden estar persuadidas de muchas verdades y aún pueden odiarlas porque interfieren con su ambición o licencia pecaminosa.

Tal creencia les incomodará, y se decidirán más a oponerse a la verdad y a la causa de Dios, y aún se puede ser lo suficientemente necio para esperar tener éxito en eso.

Aquellos en cuyo corazón se levanta la estrella de la mañana, para darles el necesario conocimiento de Cristo, hacen de su adoración su actividad preferente.

«Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones» Hebreos 3:7-8

«Entonces les dijo: El que tiene oídos para oír, oiga.» Marcos 4:9

Quiera Dios que sea hoy, en el día del testimonio histórico de la Epifanía de Cristo que celebramos, la que te mueva a buscarle con diligencia, al igual que aquellos osados viajeros de antaño.

Deja un comentario